martes, 12 de septiembre de 2017

016 (III)



CAPITULO 3

Las horas parecían no pasar. Después de la clase de historia todavía quedaba lengua y matemáticas. Que mal se me daba matemáticas, por Dios.

En cuanto al resto de materias no creáis que era mala estudiante. Se me daban bien, sobre todo educación física, pero la asignatura de matemáticas la tenía atravesada. Cuando empezaban a hablarme de ecuaciones o logaritmos se me empezaba a nublar la mente. Y hacía lo que muchos de la clase, aprobar los exámenes con un cinco pelado.

Mi profesor de historia y tutor, Miguel, me había ayudado hacía algún tiempo con otros profesores. Cuando en casa empezó a manifestarse el maltrato, mis notas cayeron en picado. No es que ahora estén mucho mejor que entonces pero digamos que algo han mejorado. Mi profesor no sabía los motivos pero supongo que no podía permitir que una estudiante con potencial pegara ese bajón, por lo que medió con el resto de profesores para que tuvieran paciencia conmigo.

¿Se lo debería contar?. Tal vez sea demasiada carga para llevar yo sola.
Yess sabe algunas cosas. No puedo contarle todo lo que ha ocurrido, y mucho menos desde cuando ocurre.
Sé que lo entendería y que me apoyaría, pero por otra parte también se compadecería de mí, y esa es una sensación que no me gusta nada.

Sed sinceros. ¿Qué haríais vosotros en la situación de Yess?. Querríais ayudar sin duda, pero no os meteríais en exceso. Supongo que por respeto, por guardar las distancias, por no agobiar aún más a la persona…
Por fin. Por fin se pudo escuchar la sirena que indicaba el fin de la clase de matemáticas, y con ella el fin de todas las clases del día. Eran las cinco de la tarde, ya cansada de todas las horas que llevaba encima y ahora además tenía que ir a ver al tutor.

Empecé a recoger todo lo que tenía en el pupitre, pero con una respectiva calma. El resto de compañeros recogían a una velocidad que parecía que tenía que quemarse el edificio. Yo prisa no tenía demasiada. Total, sabía a lo que iba al despacho de mi tutor. Sabía que iba a caerme una buena reprimenda por mi falta de atención y de motivación.

-       Yo salgo pitando, que tengo inglés en menos de media hora. - Exclamó Yess mientras se colocaba bien las asas de la maleta estando ya casi en la puerta del aula. - Dime algo de lo del tutor, sobretodo. - Continuó.

Asentí con la cabeza y con una sonrisa no demasiado sincera sobre mi rostro.

Acabé de guardar mis cosas y salí del aula en dirección al despacho de Miguel. Hasta el profesor de matemáticas abandonó la clase antes que yo. ¿Pero que prisa tiene la gente?…

Por suerte o por desgracia… Más bien por desgracia, el despacho de mi tutor se encontraba en el mismo pasillo donde me encontraba, para ser más exactos estaba tan solo cuatro puertas más a la derecha. Que más me hubiera gustado tardar más en llegar, o mejor aun, no llegar nunca. Pero lo ideal sera llegar cuanto antes y quitarme el problema de encima.

Ya situada frente a la puerta me cuesta respirar un poco. Miro la placa plateada que se encontraba colgada en esta, donde se podia leer Miguel Exposito.

Llamé a la puerta y esperé paciente a recibir alguna señal de que pudiera pasar. Enseguida Miguel abrió la puerta y me invitó a pasar a su despacho.

-       Pasa, por favor. – Exclamó mi tutor con un tono bastante serio.

Ya una vez dentro me hace un gesto con la mano para que me sentara  en su mesa.  A continuación se sentó él. Con todo lo protocolario que siempre era… Su aspecto en ese momento era informal, con las mangas de su camisa color salmón arremangadas y sin corbata. Raro en él, sinceramente.

      -     ¿Qué ocurre, Laura? - Miguel rompió el hielo.
      -     No… Nada. - Contesté sin creermelo demasiado.

El silencio invadió el despacho del profesor. Un silencio incomodo que parecía tangible, como si se pudiera tocar, como si se pudiera coger, y aunque no fué un tiempo excesivo a mi me pareció una eternidad.

-       ¿Va todo bien en casa, Laura? - Preguntó el profesor a quemarropa.

De veras que me esperaba cualquier pregunta menos esa. ¿Qué contestar a eso?. Inconscientemente bajé la mirada, aunque como se suele decir, quien calla otorga. Me dió la sensación de que Miguel sacó conclusiones por si mismo y en parte me sentí algo aliviada.

-       Entiendo… - Comentó con un serio tono de preocupación. - ¿Te ha tocado? - Continuó.

En ese momento, justo en ese preciso instante entendí que tenía que contarlo, que explotar. Ya no podía guardar en mi pecho por más tiempo todo aquello que me corroía y necesitaba sacarlo. Tantos malos momentos, tantas palizas… Habían creado una costra en mi corazón que lo unico que lograba era que cada vez me hundiera más y más. No es que Miguel fuera la persona más indicada para ello, pero antes de darme cuenta estaba llorando. Llorando como un recien nacido, y lo más curioso es que parte de aquel llanto era por felicidad, por la felicidad de que alguien me escuchara al fin.

Miguel de repente me abrazó y no dejaba de pedirme que me desahogara, que lo sacara todo fuera. Claro está, hasta que dijo lo más normal que suele decirse en estos casos.

-       ¿Ya lo has denunciado? - Soltó el profesor como una bomba de neutrinos.

Dejé de llorar en seco. Sabía que esa pregunta iba a surgir en la conversación de un momento a otro, pero no sabia que le iba a decir. No voy a mentir. Lo había pensado muchas veces y ya no por mi. Por mi madre…

-       ¡Maldito borracho hijo de la gran puta! - Pensé en voz baja… Pero cuando lo tengo delante… En fin, se me va el valor de decirle eso y mil cosas más que merece.

En ese momento vuelvo a la realidad y me doy cuenta de que Miguel está esperando una respuesta, o al menos un estímulo que le indique que no he entrado en estado de shock… Las palabras me salen por instinto.

-       ¡No no no!… - Intentando dejar el concepto de la denuncia lo más claro posible.

La cara de Miguel expresaba preocupación, pero no parecia una preocupación normal que pueda tener un profesor por un alumno que ha suspendido o bien por que lo ha castigado. Para él esto era personal, o al menos daba a entender eso.

      -     Solo digo que hay gente que puede ayudarte…
-     Miguel… - Exclamé con la mirada cabizbaja y acariciándome el cabello. - Mi padrastro hace dos    años que nos pega a mi madre y a mi, día si día no...

Parecia haberse parado el tiempo. No podía asimilar por mi misma el desahogo tan grande que sentí al pronunciar esas palabras, aunque me temo que mi profesor ya sospechaba algo, tal vez incluso antes de decirselo.

-       Lo siento… Entenderás que en estos casos no se sabe muy bien que decir. – Dijo Miguel con un tono casi paternal.

Por eso no me gusta hablar de esto con nadie. Sé que mi profesor lo hace y dice con la mejor de las intenciones pero, ¿Por qué me tiene que tener lastima?. ¿Por qué se ha de compadecer de mí?. Era algo que me daba mucha rabia y me corroía las entrañas, ya que para bien o para mal confirmaba el hecho de que existía el maltrato, lo hacia real. Y yo me pasaba los días enteros intentando convencerme de que no lo era.

-       ¿Puedo irme ya? – Solté desviando la mirada.

Después de unos segundos de reflexión por parte de Miguel, contestó:

-       Puedes irte. – Dijo con la miraba cabizbaja y una leve sonrisa en la cara. Sonrisa que intentaba empatizar conmigo, o al menos exteriorizar algún tipo de complicidad. Al menos esa fue la sensación que tuve.

Es complicado empatizar conmigo o al menos conocer que es lo que pasa por mi mente. En fin, ya libre de tareas escolares me dispongo a volver a casa. Por suerte esa tarde no tenia deberes, por lo que iba a dedicar esas horas exclusivamente a estar con mi madre. Y aunque tuviera la agenda llena… Lo primero es lo primero.

Pobrecita mi madre. ¿Por qué han de pasar estas cosas?, ¿Qué hemos hecho?, aunque por desgracia eran las típicas preguntas que nos hacíamos una y otra vez, y que por mucho que nos las hiciéramos no encontrábamos respuesta alguna.

No había nadie por los pasillos de la escuela. Apenas había una tenue luz que entraba por la ventana de la calle e iluminaba el suelo por el que iba pisando, y gracias a eso y a las luces de emergencia logré llegar a la puerta de salida.

Otro día más. Aunque por desgracia muchas veces no podía decir eso de “mañana más y mejor”. Abandoné la escuela y me dirigí a casa por calles sombrías.

016 (II)



CAPITULO 2

Debía de ser martes, ya que el profesor de historia llevaba su camisa color salmón. Odiaba esa camisa… Nos estaba explicando no sé qué memeces sobre Alejandro Magno y yo solo tenía ganas de que acabaran las clases y poder por fin largarme de aquel antro.

Yess me estaba mirando, lo notaba, como compadeciéndose de mí. A decir verdad era mi única amiga, tanto dentro como fuera de la escuela. Nunca he tenido facilidad para hacer amigos.
De repente un grito atravesó el aula de punta a punta.

-       ¡Señorita Herrera! ¿Quiere hacer el favor de despertar? - Exclamó el profesor con una expresión de estar bastante enfadado. La vena de su frente parecía que le iba a reventar de un momento a otro. Litros y litros de sangre atravesaban esa vena por minuto y eso solo ocurría cuando se encontraba muy molesto.

De repente noté todos los ojos de la clase clavados en mí.

-       Ya que parece que se sabe tanto la lección, ¿Por qué no sale a la pizarra a leer un fragmento del libro? - Continuó en un tono algo más sosegado aunque todavía molesto.

En ese momento se produjo una pausa en mi cerebro, como si este hubiera dejado de funcionar por unos instantes. Quería mediar palabra pero era incapaz ni tan siquiera de mover los labios. Tal vez por la amonestación tan poco esperada o ¿tal vez por todo lo que llevaba sobre las espaldas desde hacía ya algún tiempo?

-       Yo… - Mis labios comenzaron a actuar con indecisión. En aquel momento tan incomodo, Yess me cortó.
-       ¿No ve que no se encuentra bien, profesor? ¡Está enferma! - Exclamó.
-       No le he pedido su opinión señorita Díaz. En un futuro guárdese-la para usted. - Rancio como siempre y como era de esperar.
-       ¿Y bien, señorita Herrera? - Continuó con su intimidación. - ¿Piensa salir a la pizarra?.

Mi cuerpo todavía bloqueado no era capaz de mediar palabra. De mi garganta seca debido a los nervios no salía vocablo alguno. Y mis ojos, ¿que decir de mis ojos?. Mis pobres ojos que ya se estaban volviendo cristalinos, como tantas otras veces que había acabado llorando.

En definitiva, no pude reaccionar.

-       Siéntese, señorita Herrera. - Comentó el profesor con la mirada cabizbaja y colocándose bien sus gafas de pasta.

En ese momento empecé a sentirme algo mejor, a pesar de que sabía que todas las miradas de la clase estaban clavadas en mi, aunque yo no podía levantar la mía. Sabía que Yess lo estaba pasando casi tan mal como yo, y agradecía muchísimo que me hubiera defendido ante el profesor, pero ésta era una situación que tenía que lidiar yo sola.

-       Señorita Herrera… - Exclamó el profesor, pero esta vez con un tono mucho más suave. - Cuando acaben las clases, me gustaría hablar con usted.

Yo ya no sabía que pensar. Bastante tenía con lo que llevaba encima y con esperar a que fuera la hora de salida, como para tener que quedarme más tiempo y encima tener que aguantar la bronca del profesor.

Tal vez empezaba a sospechar que me pasaba algo. Hasta el momento, ningún profesor me había hecho ningún comentario. Se limitaban a suspenderme o bien a castigarme por falta de atención. Pero este profesor también es mi tutor en el curso, quizás de ahí que haga por interesarse más.

domingo, 10 de septiembre de 2017

016 (I)


PROLOGO

Todo se oscurecía a mí alrededor. Si me pongo a pensar en ello creo que nunca me había fijado en la cantidad de polvo que tenía el suelo. No; la verdad es que nunca lo había visto tan de cerca.

Mi pobre cuerpo contusionado apenas era capaz de responder, y mis ojos llorosos únicamente eran capaces de ver cómo una vez más, mi madre sufría una nueva paliza a manos de su marido.

La impotencia y el no saber qué hacer del momento me reconcomían por dentro, de modo que lo que solía hacer en aquellas situaciones era simplemente esperar a que acabara todo. Como si de una película mala se tratara pero que tuviera que ver por obligación.

Sin saber el cómo ni por qué mis ojos comenzaron a cerrarse. Tal vez fue por el cansancio o bien por las magulladuras. No quiero. Grito un ¡no! Mentalmente pero acabo cerrando los ojos viendo como última escena a mi madre tumbada en el suelo, inerte.


CAPITULO 1

El sol brillaba en el cielo, a pesar de que el hombre del tiempo se empeñara en decir que tendríamos chubascos. Nada era distinto, un día normal, una ciudad normal, gente normal…
¡Qué asco! - Grité mentalmente.

Iba caminando hacia la escuela con tranquilidad, como si no tuviera hora de entrada o me importara un comino el llegar tarde (más bien esto último).

-       ¡Laura! - Escuché tras de mí.
-       ¿Por qué no te paras? Llevo medio kilómetro llamándote…
-       ¡Yess! -Exclamé girándome y fingiendo sorpresa. - Pues ni me he dado cuenta, estaba en mis cosas.

De repente Yess se me quedó mirando como si me estuviera creciendo un furúnculo en la cara. Por desgracia últimamente lo hacía mucho.

-       ¡¿Otra vez?! - Exclamó con un tono de enfado considerable.
-       Si… - Dije con voz baja y suspirando. No es que fuera fácil reconocer este tipo de cosas, al menos para mí no lo era.
-       Laura… - Dijo Yess con un tono casi suplicando. - Esto no puede seguir así.
-       ¡¿Y qué quieres que haga?! No puedes hacer nada, ¡nadie puede hacer nada!
-       Hay teléfonos y medios para hacer frente a esta clase de cosas.

El silencio nos invadió por unos instantes. Como si no existiera más gente a un kilómetro a la redonda, Yess y yo nos miramos durante unos segundos. Nos miramos hasta que no pude aguantar más. Las lágrimas se abrieron paso y acabé de rodillas, inundada en lágrimas, llorando como una niña pequeña.

Ya está, por favor… - Me suplicaba mi amiga mientras me abrazaba, intentando consolarme, intentando arrancar de cuajo aquel dolor que me estaba torturando tanto, pero yo lloraba más y más. Como si sintiera un dolor tan fuerte que fuera a hacer que me explotara el pecho.

jueves, 11 de mayo de 2017

016 (0)

Muy buenas a tod@s las personas que puedan llegar a leer estas letras. La verdad es que a lo largo de mi vida he utilizado más nombres que el demonio (Kaneda, Sanosuke, Snake, Jabichi, Solidsnake3842...), pero hoy me presento aquí ante vosotros sin mascaras ni disfraces, solamente siendo yo mismo.

Algunas veces me da por escribir. En unas ocasiones cosas que no tienen ningún sentido y otras, historias que... Bueno, podríamos describir como algo "durillas", y la historia que os quiero presentar a continuación es de estas últimas.

He creado este blog para poder tener algún tipo de soporte donde plasmar lo que se me pasa por la cabeza, aunque sean historias que nunca llegue a terminar.

En fin, una fan (si, tengo una ^^) ha leido una parte de una historia que empecé a escribir hace ya algún tiempo, y debido a eso he creado este cuaderno de bitácora, para completar esa historia y escribir sobre otras cosas que se me ocurran.

Sin más, os animo a leer la siguiente entrada "016 (I)", donde podréis leer el inicio de la citada historia.

¡Nos leemos!

PD: Para los que os querais descargar los capítulos en PDF, los iré colgando aquí ; )